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| Clausura de la Escuela de Ballet Clásico del Zulia |
Desafortunadamente la casa de muchos artistas, su hogar, estaba por colapsar, fue construida en un lugar muy cercano al lago, el cual fue rellenado para levantar dicho edificio pero con el paso de los años el deterioro era evidente. Aguas negras se desbordaban, la escuela de ballet clásico del Zulia estaba ubicada en el sótano y sufrió en condiciones deplorables.
Pisos podridos, baños inundados, malos olores, falta de los servicios básicos como agua y luz, paredes cubiertas de moho. Aprendices de ballet se negaban a detener su ilustración, no hubo respuesta a la ya olvidada vida cultural, olvidada por el pueblo, olvidada por los entes gubernamentales.
El edificio se despedazo literalmente. Estudiantes de ballet idearon la manera de continuar en clases, muchos continuaban asistiendo aun y cuando sus zapatillas se llenaban de aguas infectadas.
Fabiola Salas ex estudiante de ballet cuenta con tristeza, frunciendo el ceño y bajando la mirada “No queríamos dejar la escuela, era nuestra vida, los pisos de madera estaban podridos, saltábamos y se rompían, y los tapábamos forrándolos con tirro de embalar plateado para poder seguir. Era inseguro, muchos nos lastimamos más de una vez”.
“Arte sin dolientes” frase que repiten estudiantes, profesores y artistas. Todos dolidos y decepcionados de no contar con el Zulia, un pueblo que cuando quiere sabe hacerse escuchar.
Al ser insoportable las condiciones con las que trabajaban en esta casa de estudios, la gobernación del estado decidió prestar atención, sin embargo era demasiado tarde. FUNDAEDUCA realizó la inspección del lugar y lo encontró inhabitable para cualquier actividad, y procedió a clausurar el lugar, proceso que duro entre el año 2005 y el 2007
Tantos los alumnos como los profesores se negaban a dejar el edificio sin la seguridad de que se les concedería otro lugar para trasladarse. La primera escuela en desalojar fue la escuela de ballet clásico del Zulia, donde era urgente el desalojo.
La profesora y bailarina de ballet clásico Eli Parra expresó que continuaron asistiendo el edificio llevando sillas y cumpliendo horario sentados en el frente de la institución, para lograr hacer presión a las autoridades competentes, y lograr vehiculizar un lugar alterno de enseñanza. No fue asignado ningún espacio, y las escuelas se repartieron alrededor de la ciudad donde los pudiesen recibir, sin importar la locación, ni el transporte, ni las condiciones de la zona.
Las circunstancias se tornaron serias, las escuelas se encontraban a la deriva, fueron reubicadas por interés propios de los que trabajaban en ellas. La academia de artes “Neptalí Rincón” se traslado hacia un galpón, igualmente deteriorado, donde su matrícula de estudiantes se redujo de 700 personas, hacia 50 personas, ya que el espacio era sumamente limitado, según cuenta la directora de la escuela Consuelo Busto López, quien al recordar llora, y dice: “El galpón no tenía ni luz ni agua, a veces tenían que venir menos personas porque no cabíamos todos, le faltaban paredes, y no tenia techo, al atardecer teníamos que atender a los estudiantes con velas para poder alumbrar, habían goteras, entre otras cosas, y si llovía…bueno”
Busto, comenta que fue tanto el desespero y la frustración de todos los involucrados en este proceso, que muchos enfermaron de gravedad, y otros hasta murieron. Cuenta con pesar, que su salud metal no se encontraba en optimas condiciones, confiesa, haber decidido estudiar psicología y psicoanálisis para comprender que pasaba a su alrededor.
“La cuestión no es culpar a nadie pero la gobernación nunca nos presto la atención que merecemos. Se tiene la creencia errada de que el arte y la cultura no produce votos, quizás también somos culpables de nunca haberle prestado atención a la política, y como somos tan pocos, no importamos, nos faltan el respeto” se queja la profesora de ballet Sonia Colmenares.
Después de 4 años el gobierno de Pablo Pérez al recibir el poder de la gobernación del estado, prometió la mejora del edificio, y el acondicionamiento de los salones para reincorporar a todas las escuelas, y aseguro que trabajarían en condiciones respetables; obra que duro un año aproximadamente en completarse, y que aun no se encuentra totalmente terminada.
El director de la escuela de ballet clásico del Zulia el profesor Guillermo González, se alerta a los dirigentes políticos, demandando salones acondicionados, y aptos para impartir las enseñanzas acordes a la especialidad de cada cátedra. “Nos vinimos de donde estábamos, que no estábamos bien, porque creímos que íbamos a estar mejor, pero ahora estamos como peor…es más grande esta oficina, que el salón, ¡esto es una caja de fósforos! ¡Una caja de diablitos, una burla! ¡No podemos piratear las clases, nosotros esperamos que nos den el espacio que nos merecemos!”
Hoy en día el proceso de enseñanza de muchas escuelas se encuentra detenido a pesar de encontrarse de nuevo en la secretaría de cultura. No existen las condiciones especificas adaptadas para cada una de las bellas artes, sin esperanzas algunas se muestra el colectivo que asiste a la casa de la cultura.
“No veo, no veo que alguien hace algo, ni creo que alguien vaya hacer algo, ni por lo pronto, ni después, ni mañana, ni hoy, ni nunca, yo estoy aquí porque quiero seguir creyendo, en el fondo yo sé que no hay futuro” comenta Sonia Colmenares, profesora de ballet clásico.
Futuro completamente incierto, les espera a estos institutos que decentemente han prestado sus servicios de enseñanza a toda costa y que esperan, que alguna luz alumbre el camino. Sin embargo, al ser realistas hallamos el reflorecimiento de la cultura en el estado Zulia casi imposible, el marabino ya no le preocupa dicha situación, acostumbrados casi, a ser bombardeados por la cultura norteamericana, dormidos siguen patrones foráneos que los engañan y los llevan a la creencia de una vida perfecta.
¿Estará viviendo realmente una persona que ya no sabe de dónde viene, ni adónde va?, donde lo menos importante es el cultivo de su espíritu y alma, que vive por vivir, trabaja, estudia, paga deudas, celebra los fines de semana, gasta su quincena y escucha vallenato para olvidarlo, acompañado por supuesto de una bebida alcohólica, siendo este un proceso repetido todos los meses del año, sin tomar ni un segundo para respirar con un concierto de música clásica, o una clase de pintura, escultura, mirar alguna presentación de teatro. Son cosas que simplemente ya no son en Maracaibo, y al parecer no serán.
La vida sin arte no es vida, es parte de un ser. Al abandonar esta parte del humano, nos negamos inevitablemente a la evolución, a la expresión, y aunque suene extremista, si nuestra sociedad continua ignorando la cultura estará ignorándose a sí misma. Sin mirar las bellas artes, no miramos hacia adelante, no existe mundo más allá de las narices de una problemática social, y un presidente que se aprovecha sin duda alguna de la desculturización de un país pobre, y de un pobre país.
Un hombre culto no se estanca. Al mirar a la historia podemos observar que Venezuela, y todo lo que abarca su condición en todos los aspectos, empezó a deteriorarse en el momento en que se dejo de tomar en cuenta amor tan importante, y sigue en el mismo camino, porque no ha entendido que tiene que y debe volver amar, lo que la hizo ser quien fue, cuando fue y si es que alguna vez fue, si acaso.
Sin amor al arte, sin vivir realmente, no hay queja sobre el sistema que valga, porque sin cultura y culturización nada de lo que el pueblo se queja va a cambias, jamás.
¿Existirá algún factor determinante que obligue a esta sociedad a realizar un cambio? ¿Podrá el arte regocijarse dentro de un mundo de aplausos, sonrisas, y vida?
